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Psudocultura y 'Pop Cuture'

Giuliana Rancic. Foto: Jordan Straus/Invision/AP


LA ESCUELA DE FRANKFURT ANTE EL NUEVO ESCENARIO DIGITAL:
PSEUDOCULTURA Y CULTURA DE MASAS

El fin de la cultura digital, no es otro que el mismo que el de la 'cultura' a secas: entretener, al mismo tiempo que adoctrinar. La cultura digital no hace otra cosa que inculcar determinados pensamientos o valores en los que cree firmemente el 'artista' que, mediante su obra, trata de convencer al espectador de estos valores. En el peor de los casos, la cultura digital simplemente nos distrae, nos divierte. Nos hace creer que nos libera o desinhibe cuando, en realidad, nos hace cada vez más esclavos.

La cultura digital promueve ideas que marcan tendencia, que unifican conceptos. Estas ideas no son otra cosa que la base de los tending topics actuales, pensamientos agrupados bajo una temática común. El avance de las nuevas tecnologías y el uso constante de internet y las redes sociales marcan el modo en el que nos comunicamos dentro de la sociedad. La cultura digital nos adiestra, nos alecciona, nos forma, nos marca una pauta a seguir. La información ilimitada e infinita delimita la manera en la que nos relacionamos creando un patrón de comportamiento. De esta manera, las redes sociales han revolucionado nuestro modo de comunicarnos, ahora, de forma cibernética, aparentemente más inmediata y cercana pero, del mismo modo, mucho más fría y por momentos solitaria. Estamos inmersos en la cultura del 2.0. en la que si no estás en la red no sólo no estás en la onda, sino que prácticamente no existes.

El fin de la cultura digital no es único, sino más bien múltiple, tiene diversos fines que, al mismo tiempo, están siempre en cambio constante. La cultura digital, como el arte, está siempre en pleno proceso de ebullición, de cambio constante, de reinvención. Aunque, al final, lo que hace sin darnos cuenta es limitar nuestra capacidad de crítica, dominándonos y convirtiéndonos en un rebaño manipulado y uniformado. Citando a Horkheimer y Adorno en Dialectica del ilusionismo “así hoy las masas engañadas creen en el mito del éxito aún más que los afortunados. Las masas tiene lo que quieren y reclaman obstinadamente la ideología mediante la cual se las esclaviza”. Consumimos lo que queremos porque antes hemos sido estudiados. Nos analizan para darnos lo nuestro, lo que pedimos. Las audiencias no dejan lugar a dudas y la cultura y los medios digitales lo saben y lo tiene en cuenta. Así pues, se utiliza la cultura con fines ideológicos, económicos e incluso sociales. Se nos convence de ideologías o propuestas políticas o religiosas. Todo está sesgado, todo está estudiado. La cultura ha perdido su esencia, ha perdido su fondo utilizándose con fines propagandísticos con el objetivo de promover determinados intereses. El arte es ahora mucho más liviano y fácil de entender, no hace falta ser un estudioso en la materia para captar el mensaje. Bajo el lema de cultura para todos, ésta se desarrolla de manera fácilmente comprensible. La cultura es ahora más pseudo que nunca.

La inmediatez de los medios digitales actuales ha cambiado todo. Ahora la rapidez prima con respecto a la calidad. Es por eso que la información al segundo ha cambiado la manera de informar y, por tanto, ha cambiado la manera de producir arte y cultura. Así pues, los medios digitales instan a la cultura para que ésta sea ágil y frenética. Y, por su lado, la cultura digital hace lo propio con los medios que la publicitan. Los medios digitales contribuyen al desarrollo de la cultura digital difundiéndola, una difusión que ha de ser casi inmediata, ya que de otra manera puede perder todo su valor o caer en el olvido. La cultura digital, a diferencia de la cultura clásica, ha cambiado su fondo pero también su contenido. Ahora triunfan subculturas como la cultura pop u otras pseudoculturas populares o de masas con carácter mucho más trivial, frívolo e incluso simplificado, La cultura pop se ha convertido en un fenómeno de masas tratando temas relacionados como el mundo del cine, la música o la moda, pero enfocadas desde una perspectiva superficial. Dentro de esta cultura pop es mucho más importante, por ejemplo, el divorcio de una celebridad hollywoodiense que la inauguración de una galería de arte. Culturas como ésta han cambiado el concepto de cultural tradicional. Son muchos los medios de comunicación dedicados a este tipo de subculturas, sin ir más lejos, el canal de televisión estadounidense 'E! Entertemient' se publicita bajo el lema “pop culture” para promocionar este tipo de contenidos livianos y aspiracionales que crean necesidad en el receptor y que están totalmente alejados de la cultura de siempre. A diferencia de lo que pensaban en la Escuela de Frankurt, ahora triunfan este tipo de subculturas o culturas de masas, término que la propia escuela rechaza ya que, según ellos, la cultura generada por los medios actuales no es una nueva cultura desarrollada por las masas sino más bien una cultura creada por la industria y enfocada al mercado.

La cultura digital no sólo ha cambiado su 'qué' sino que, además, ha cambiado su 'cuándo'. Ahora el lector, el telespectador o el oyente decide cuándo consumir esta cultura a su antojo. Periódicos digitales y confidenciales, plataformas de cine y televisión on demand o radios en streaming han cambiado la forma en la que nos entretenemos o culturizamos, y es que, en el fondo, y como apuntan Horkheimer y Adorno “film y radio no tienen ya más necesidad de hacerse pasar por arte”.
Se ha cambiado la forma de hacer arte y como dice Benjamin Walter “una de las tareas del arte ha sido la de generar demanda a cuya satisfacción plena no le ha llegado su hora todavía”, es el tiempo de “una nueva forma artística”. La cultura ha evolucionado y los artistas han tenido que cambiar su modo de plantear sus obras de arte, ahora, mucho más efímeras en el tiempo pero, del mismo modo y citando nuevamente a Herkheimer y Adorno “tales productos están hechos de forma tal que su percepción adecuada exige rapidez de intuición, dotes de observación, competencia específica, pero prohíbe también la actividad mental del espectador, si éste no quiere perder los hechos que le pasan rápidamente delante”. La cultura digital promovida por los medios de comunicación actuales nos exige rapidez pero, al mismo tiempo, peca de efímera.

Un artista de hoy día, gracias a internet y las redes sociales, puede hacer que su obra llegue a cualquier rincón del mundo con solo pulsar un simple botón. La cultura digital,  ayudada por los medios modernos, ha conseguido ser mucho más universal ya que es accesible a todo el conjunto de la sociedad y no sólo a unos pocos afortunados. La cultura se ha democratizado pero, al mismo tiempo y aunque pueda parecer contradictorio, se ha vuelto más dictatorial. Haciendo un paralelismo con el mundo de la moda, grandes empresas como Inditex han hecho accesible la moda para todos, ahora todo el mundo puede vestir bien, pero eso sí, vistiendo de manera alienada, consumiendo las tendencias que nos vienen marcadas por determinados intereses que van más allá de lo estético o de lo fashionable.

Internet casi sin hacer nada ha cambiado todo. Todo está en la red, todos somos internet, la cultura es internet e internet es cultura. A golpe de click, internet ha cambiado la forma en la que nos comunicamos y, del mismo modo, ha cambiado la forma en la consumimos cultura. Por eso, la cultura ha cambiado la manera en la que se da a conocer, se ha adaptado al trepidante ritmo de la red. Nos relacionamos de manera inmediata y rápida y, por tanto, consumimos de esta misma forma..

En la actualidad, a pesar de tener minutos ilimitados preferimos una nota de voz a una simple llamada. Nos whassapeamos, nos tuitteamos, nos hacemos like o me gusta. Ya no charlamos, chateamos. Incluso hemos cambiado pequeños gestos del día a día, los mayores ya no actualizamos la cartilla, chequeamos nuestros movimientos gracias a la banca online. Ni si quiera los niños pintan, juegan al Paintbrush en la tablet regalo de reyes. Por si fuera poco, ya casi no quedan líderes de opinión, ahora se hacen llamar influencers.

 Así pues, ha cambiado la manera en la que se produce cultura. El arte se ha liberado siendo capaz de llegar a todos. Lo cual puede ser una arma de doble filo, y es que hemos perdido el carácter de búsqueda e interés, ahora la cultura nos viene no hace falta ir a buscarla. La cultura siempre se ha utilizado con fines ideológicos pero, con el tiempo, ha ido perdiendo sutileza, es cada vez más evidente.

En este contexto el receptor de la cultura digital sale al mismo tiempo perdiendo y ganando, Por un lado, tenemos lo que queremos y satisfacemos nuestros deseos de estar entretenidos e informados. Por otro, esta información y esta cultura nos hace víctimas. Como dice Walter Benjamin “para las masas, la obra de arte sería una ocasión de entretenimiento; para el amante del arte, ella es un objeto de devoción”. Además, en la actualidad, el receptor se ha vuelto protagonista tanto del arte como de la noticia pudiendo interactuar al momento con ésta. Ser participe de la noticia ahora es posible gracias a los posts o tuits, opinamos de lo que vemos de manera inmediata. Además, el propio receptor puede ser la fuente de la noticia, Twitter, Instagram o Youtube se han vuelto una fuente incasable de generar contenidos, cualquier acontecimiento, comentario o vídeo pueden convertirse en fenómeno viral y, por tanto, transformarse en el titular de la jornada.